Se acerca el fin de año, 365 días movidos, inquietos, a veces alborotados y otros cálidos y regenerantes. 365 días que hemos dado forma con nuestra actitud muchas veces inconsciente. Es bueno hacer balance estos últimos días del año para recordar, descubrir y proseguir adecuadamente. Recordar el proceso a los largo de los meses, descubrir los logros y también aquello que llamamos fracasos o decepciones para poder proseguir así con fuerza, valor y paciencia en nuestros propósitos.
Cuando el propósito principal surge de lo profundo del corazón, las acciones del día a día serán acompañadas y protegidas por nuestra mejor compañía invisible, aportándonos las comprensiones necesarias. La serenidad nos reconfortará y la alegría nos dará impulso para proseguir aun sin entender muchas veces nuestro caminar.
Para iniciar el año en armonía sería recomendable que estemos serenos, alegres y atentos. Las 12 uvas representan los 12 meses del año y es bueno hacerlo despacito, saboreando cada grano y sobre todo a nuestro ritmo, sin atragantarnos ni comerlas a borbotones.
El ritmo de tu vida lo marcas tú, la vida se encarga de poner horarios, conceptos y normas que hemos de respetar pero la actitud ante esas pautas es nuestra y podemos disfrutar el sabor de cada grano de uva a nuestro ritmo, sin prisa y sin pausa pero sin que haya presión por correr en alcanzar lo que todos hacen inconscientemente. De esa forma daremos vida a 12 meses más conscientes, más nuestros, más cercanos a nuestro sentir hondo.
Si además, anotas al final de cada jornada de los 12 primeros días lo que hiciste y como lo hiciste, podrás comprobar a lo largo del año la relación e influencia que cada día tiene en relación al mes que le corresponda.