Decía Albert Camùs “Sin cultura, sin la relativa libertad que comporta, la sociedad, aunque funcione, es una jungla”.
Aunque nos parezca mentira es evidente que ya es una realidad, o, se desconozca, vivimos en una jungla. No solo es un problema económico, de fondo siento que procede de la falta de interés cultural, de la falta de valorar el enriquecimiento de las personas que forman la sociedad. Parece mentira que las fuerzas que manejan y “dicen que nos dirigen” no se detengan a pensar que España en el sector cultural emplea a medio millón de personas generando el 3,5 del PIB.
Prohibir que los creadores; escritores, músicos, pintores, escultores, actores, traductores, diseñadores etc. llegados a la edad de 65 años no puedan recibir sus derechos de autor bajo pena de dejar de percibir la jubilación mínima establecida por la ley, es inmoral. Estas personas han entregado su saber a la sociedad, trabajando por cierto muchas horas, bajo una opinión general de ¡qué bien vives!, desconociendo que en su mayoría no han podido almacenar bienes como herencia familiar.
El creador a esa edad está en plenas facultades y debe seguir ofreciendo su experiencia, su visión y sabiduría.
Se ha generado un gran cambio en estos últimos 10 años y la sociedad ha elegido pasar el rato y entretenerse antes que conocerse, enriquecerse y ser mejor persona. La conquista virtual diaria ha ganado la batalla, y realmente es una batalla donde hay que volver a rezar y tener fe para poder estar al día y a salvo.
Hoy editar es otra cruda realidad, los grandes y recientes cambios tecnológicos han cambiado de hábitos a la sociedad y el papel-libro, pierde fuerza corriendo peligro.
“CEDRO”, Centro Español de Derechos reprográficos, una asociación sin ánimo de lucro de autores y editores… se ocupa desde 1988 de represar y defender los legítimos intereses de autores y editores… debemos apoyar de la manera en que todos podamos, los valores que defienden: eficiencia, transparencia y responsabilidad.
Hay que tomar consciencia estemos o no implicados como creadores, se ha de apoyar y reclamar un derecho al que todos nos pertenece y nos enriquece. No sólo a lectores, escritores, libreros, editores y distribuidores sino a todo el mundo cultural; teatros, galerías, museos, conciertos… a todos los creadores de este país para que sigamos adelante sin tener que callar o morir de hambre.
Todos debemos reclamar los derechos humanos mínimos que nos permitan una vida digna.
Callar ya no sirve, saber tampoco, hay que actuar y reclamar, cada cual donde nos corresponda.
Hace unos días celebramos en Barcelona la fiesta de Sant Jordi, una jornada para enriquecerse y dialogar. Todos los días debían tener el espíritu de Sant Jordi, las personas responden a lo que se les ofrece.