«Norma» Las normas

Luz dorada, cálido reencuentro en bellos
lugares cargados de vibración elevada.

Penetrantes y bellos permisos envueltos en armónicos
colores-notas fundiéndose en los corazones entre emotivos relatos. Historias
conocidas en la experiencia propia que la vida misma nos obliga a vivir.
Experiencias de todos los colores para aprender de la vida y en la vida.

Emociones que hablan de amor y desamor en sus mil
matices diferentes más allá de normas, culturas o tradiciones, más allá de
creencias colores y razas, más allá de épocas y disfraces, más allá de
diferentes lenguajes creativos.
¿Por qué no disfrutarlas de tanto en tanto sin
dejar que los recuerdos te arrastren, sin dejar que las emociones te embarguen?
Poder observarlas de lejos, sentirlas desde
fuera y disfrutarlas en un encuadre privilegiado nos permite descubrir la
belleza que en ellas se encierra. Incluso sentir que nuestras propias historias
también estaban o están envueltas en la belleza y la armonía que la luz nos
entrega a través de los colores. Colores-Luz que nos acompañan en todo momento
permitiéndonos comprender en el aprendizaje diario que las normas las podemos
crear de acuerdo a nuestro sentir.

 

Norma, la norma, normas establecidas o
puntualmente atrevidas creadas por uno mismo, normas, pautas, esquemas…
No más no
r más, no más normas rígidas,
culturales o sociales que impiden creer en nosotros mismos. Las pautas o normas
creadas desde la ética personal, respetuosa y profunda apoyan nuestro sentir.
Estas normas nos ayudan, nos reconfortan y nos dan la fuerza para ser nosotros
mismos y desarrollar nuestro camino en orden.
El mes pasado la ciudad de Barcelona nos
permitió disfrutar del eterno e inagotable lenguaje de la música y la voz a
través de la ópera de Bellini “Norma”. Nos permitió sentir, palpitar,
emocionar, disfrutar de la belleza durante unas horas en el maravilloso y
cálido encuadre del Gran Teatro del Liceo. Privilegiadas voces de Sondra
Radvanovsky como Norma y Ekaterina Gubanova como Adalgisa fundiéndose en duetos
magníficos expresando una vez más el amor, la pasión, el valor o el desamor y
el odio, el dolor, el perdón, la aceptación o reconciliación.
Diría que de tanto en tanto es necesario
detenerse por unas horas en lugares especialmente bellos para observar, sentir
y escuchar la vida con otra mirada que nos permita comprendernos más y
sentirnos agradecidos. Una mirada profunda que nos lleve a recordar nuestras
propias normas de respeto y armonía.

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