La fuerza de la vida

Estando en el jardín dibujando vi una planta
diminuta en lo alto del muro, ¿Cómo podía haber crecido allí? Se enfrentaba
valiente, segura y humilde, no le importaba que nadie la viese, no le importaba
ser tan pequeña y estar sola entre el cemento vertical que divide un jardín de
otro. 
La tarde anterior pinté en esa pared el mar, una mirada al horizonte que
siempre me calma y me permite creer en lo impalpable. ¿Querría verlo ella tan
pequeña e insignificante? O ¿fui yo que sin saberlo se lo pinté para que se
sintiese más acompañada? No lo sé y no importa mucho, lo que sí ha sido
especial es sentir su fuerza, su valor y atrevimiento, su intención de no
rendirse y estar donde siente que ha de estar. La misma fuerza que me impulsó a
pintar desde niña y que ayer me invitó a pintar el mar en la pared del jardín
para sentirlo y disfrutarlo todavía más, aun estando tan cerca de él.

Recordando esos instantes viene a mi memoria el
encuentro del viernes pasado en el Parlament de Catalunya. Se celebraba, con
anticipación, el día internacional de la mujer trabajadora, está claro que las
experiencias de otras mujeres eran interesantes, sobre todo porque descubres
que no estás sola, pero creo que las que estuvimos allí ya lo sabemos por
experiencia propia. Creo que la voz ha de llegar más lejos, no nos cansemos de
trabajar en lo que amamos y creemos y, el mundo cambiará. Quizá no lo podamos
disfrutar como nos gustaría pero todo  cambia si uno actúa. 
Todo lo que hacemos,
pensamos y sentimos está unido al Todo y, todo repercute en todo y en todos. No
nos cansemos de seguir caminando en silencio humilde, con voz fuerte de
ejemplo. Quizá deberíamos dejar de hablar de lo conocido, de los datos que se
archivan y actuar con toda la voz, con más fuerza que nunca, en la honestidad y
la creatividad de saber que ya toca mostrarse plenamente, que ya hemos de dejar
de luchar para simplemente caminar juntas por nosotras y ayudarnos entre
nosotras. 
 
No hay duda de que los hombres y las mujeres se complementan, creo en
ello firmemente pero ¿por qué esperar a que ellos quieran hacerlo? Hagámoslo
sin reparos, mostremos nuestra capacidad de empatía y liderazgo, mostremos que
en equipo, hombres y mujeres, ambos ganamos. Mostremos con firmeza y humildad
que las oportunidades son para todos por igual. 

Mostremos otra realidad, la de
un mundo hermoso y completo, un mundo donde todos entreguemos lo mejor de
nosotros, una vida mejor donde todo es posible porque creemos en ello. Creemos
un  mundo de serenidad porque hemos
aprendido a respetarnos, escucharnos y comprendernos. Hagámoslo posible con
toda nuestra fuerza, asumiendo nuestro lugar, como la pequeña planta del muro.
Decía San Francisco de Asís: “Empieza
haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de repente estarás haciendo
lo imposible”.
La fuerza de la vida es imparable ¡Vivámosla!. 

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